Vargas Llosa y su pasión por las letras francesas

El destino del escritor es impredecible. El Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, de 85 años, elegido nuevo miembro de la Academia Francesa de la Lengua, el primer escritor latinoamericano en alcanzar esa distinción, vivió en su juventud, siete años en París, que considera “los más decisivos de mi vida”. En ese tiempo estuvo sumergido en la lectura de Victor Hugo, Alexandre Dumas, Balzac, Flaubert, Stendhal, Baudelaire, Rimbaud, Lautrémont, los existencialistas Sartre y Camus, entre otros. Vargas Llosa ha cumplido un sueño de juventud, cuando aún creía de manera romántica, que ninguna vocación literaria llegaría a su esplendor sin la experiencia parisina.

Pero es curioso que un hombre que ha logrado lo que ha soñado, más allá del Premio Nobel de Literatura, haya deseado ser miembro de la Academia Francesa. Y lo ha logrado con los altísimos méritos de un escritor vitalista e insaciable, tal vez el más prolífico de la historia literaria del mundo contemporáneo. Vargas Llosa se sentará en el sillón del filósofo Michel Serres, quien murió en 2019.

Vargas Llosa recuerda que en la casa de los abuelos en Lima había libros franceses, desde Jules Verne, especialmente ‘Los miserables’ de Victor Hugo, hasta los novelones románticos que estremecían hasta las lágrimas a la abuela.

Varias veces ha confesado que lo que más le ha sorprendido de la cultura francesa es el sentido de la libertad.

“Ninguna literatura ha sido, en el curso de su historia, menos nacionalista ni más universal que la francesa, y dudo que haya otra que, en todas sus etapas históricas, haya servido más efectivamente de contrapeso al poder, a todos los poderes, como aquella que ha enriquecido a la humanidad con las plumas de Moliere, de Pascal, de Diderot, de Michelet, de Proust, de Céline, de Antonin Artaud y tantos otros”.

Al encontrar estas revelaciones de Vargas Llosa en su libro ‘Diccionario del amante de América Latina’ (Paidós, 2005), veo que el escritor ha sido coherente con su búsqueda personal como creador incesante y estudioso de la literatura clásica francesa, una de sus grandes pasiones que lo han permeado en su percepción del mundo.

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