Juegos Panamericanos: el mismo sol que abre los cielos

Hablar de los Juegos Panamericanos nos obliga a remontarnos a 1951, año en que Jaime Ignacio Aparicio Rodewaldt cosechó la primera medalla de oro para Colombia en la edición realizada en Buenos Aires.

Fue en la pista de atletismo del estadio del Club Atlético River Plate, donde el campeón nacional, bolivariano, suramericano y centroamericano de los 400 metros vallas, logró derrotar a los mejores del continente con un tiempo de 53 segundos y 4 décimas.

Según los archivos del Comité Olímpico Colombiano, Aparicio siempre confesó que “el éxito del deporte está en la constancia y en la disciplina”,

Desde que comprendió ‘las tres prohibiciones’ (alcohol, apuestas y mujeres), el atleta caleño decidió alejarse de los grupos en donde se ingería alcohol por deporte y se jugaba baloncesto por diversión. La hidratación se realizaba con aguardiente antes, durante y después del juego.

Como dueño de una vida totalmente diferente, está la de su rival Zadoc Guardiola, atleta magdalenense que venció sobre Aparicio en Cali en juegos nacionales de 1954.

De “Calilla” , como era conocido en Santa Marta, se decía que se presentaba a la línea de partida con un guayabo imposible de disimular y que incluso competía con los pies descalzos.

A pesar del desorden de sus sentidos, en una de sus eventuales resacas, logró instaurar un nuevo registro nacional en la disciplina con un tiempo de 48.7 segundos en 400 mtros planos y 50.3 en 800 metros planos.

Por sus condiciones físicas, era comparado con Jesse Owens. Pero en su vida personal, no logró separar el deporte del ‘trago amargo’ que lo llevó hasta la muerte.

Ambas historias convergen en el mismo punto. Aparicio, el modelo de deportista y de ser humano, fue nombrado en 1958 secretario de Obras Públicas en Cali e inmediatamente designó al ex rival y amigo, inspector de parques pero un día Guardiola simplemente se marchó de regreso a Santa Marta.

Cuando Cali fue elegida como sede de los VI Juegos Panamericanos, también se gestó la creación de Coldeportes con la intención de seguir aprovechando las capacidades de Aparicio durante su retiro como deportista.

Pero en el Magdalena abandonaron a Zadoc Guardiola. Pasó sus últimos días entre pescadores, con el deseo y la necesidad de vivir, pero sin la habilidad de hacerlo. Como en la obra “el Viejo y el Mar” de Ernest Hemingway, quizá pensó que solo existía un único lugar en donde nadie está solo.

Quién pudo ser de los mejores atletas olímpicos, murió alcoholizado admirando la Playa de los Cocos, cerca de la bahía más linda de América el 17 de julio de 1980.

Por: Mary Sánchez

Scroll al inicio