Análisis: ¿Estamos a las puertas de un nuevo confinamiento obligatorio?

«¡Ahora estamos peor que hace un año!»

«¡Hay Covid en el barrio!»

«¡La gente no coge escarmiento!»

Toda suerte de factores parecen estar confluyendo en la actual y muy preocupante situacion sanitaria que afronta el país, a las puertas de lo que tiene todas las características de un nuevo brote o pico de contagio en el ciclo de la pandemia por la Covid-19.
Sin embargo, me quiero referir en particular a dos de esos factores que considero determinantes en la misma circunstancia:
Uno, es la apertura económica o comercial, y el otro que puede tener varias denominaciones; pero todas enmarcadas en la conducta social. Hablo de la fatiga emocional a causa del Confinamiento, el relajamiento o la indisciplina social.

Al inicio de la pandemia, y para intentar contener la expansión del virus, cerrar el país y obligar un confinamiento fue la fórmula que desde el alto gobierno parecía la solución mientras eran detectados y controlados los casos pero simultáneamente se llavaría a cabo la preparación logística para la atención de aquellos más críticos que requerían de hospitalización o asistencia de cuidado intensivo. Para estonces escuchamos anuncios sobre «prepararnos para lo peor» y desde entonces la incertidumbre es el común denominador de esta crisis.

En ese momento contener la expansión del virus no fue posible en medio de tanta desinformación, exploración de fórmulas médicas, automedicación, fallas en la detección y atención de diagnósticos tempranos, la demora en la toma de desiciones y la la siempre presente indisciplina social.

Estuvimos confinados pero aparecieron los registros de la tan esperada disminución en la curva de contagios, y con ello también llegó la necesidad de darle reapertura gradual al comercio organizado e informal, y así conocimos igualmente los efectos de los muy descontrolados días de ofertas, rebajas o descuentos en los que muchísima gente se aglomeró en los centros comerciales para adquirir artículos que parecían innecesarios en medio de una pandemia.
Y entonces confluyeron estos mismos factores en el aumento de casos positivos y en los decesos a causa del indecifrable Covid-19.

Se podría pensar que todo ha venido siendo un ejercicio de prueba y error para tratar de encontrar el equilibrio entre «convivir con la pandemia y reactivar la economía» en un país que ha dejado ver todas sus marcadas falencias de los sistemas de salud y educación, por ejemplo, sin olvidar toda la trama de corrupción agudizada bajo el manto de la pandemia, así como sus efectos adverdos en materia de desempleo por el cierre de empresas y negocios.

Un año después, la gente parece estar fatigada del confinamiento pero también en la apertura gradual de sectores asfixiados por la ausencia de público, encuentro una razón para lo que hoy estamos afrontando, paralelo a la relajación e indisciplina social, el exceso de confianza ante la llegada de las vacunas y la desatención en seguir cumpliendo con las medidas básicas de autocuidado como usar tapaboca, mantener el distanciamiento social y lavarse las manos. No quiero pensar que haber levantado medidas de bioseguridad como la toma de temperatura corporal, el uso de antibacteriales y la desinfección del calzado, también hayan generado un efecto de exceso de confianza cuando aún el virus está muy activo entre nosotros.

Realmente relajarse y hacer vida social no es una opción, cómo tampoco lo es aglomerarse en sitios públicos – aunque sea al aire libre – pero del mismo modo considero que tampoco dió resultado dejar de controlar el aforo en los centros de consumo comercial o en el transporte público masivo. Hoy estamos de nuevo en medio de medidas restrictivas de la movilidad y la conducta personal como lo son el toque de queda y la ley seca. Las autoridades insisten en su llamado a que la gente mantenga el autocuidado y volvió el pico y cédula para adquirir productos de primera necesidad como medidas para evitar regresar a un confinamiento general y obligatorio como ya se hizo necesario en otros lugares del mundo donde el mortal virus se sigue transformando en nuevas cepas sin parar los contagios y las muertes.

Nos esperan nueve días previos a los festivos de Semana Santa, y lo que parece será la gran prueba qué determinará en qué porcentaje nuestro nivel de comportamiento social y la apertura comercial pasarán factura frente a la evolución de la pandemia en nuestro país. Una actitud sensata para seguir cuidándonos entre todos y mantener al tiempo la apuesta en una reactivación económica gradual o será volver al confinamiento social obligatorio. ¿Cara o sello?

Por: Freddy Gutiérrez B.

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