Fragmentar el futuro: hacia una nueva relación humano / no humano

En este artículo, el ingeniero en informática y filósofo, Tomás Borovinsky, hace un análisis muy profundo sobre el libro “Fragmentar el futuro”, de Yuk Hui, una compilación de ensayos sobre la tecnodiversidad, una antología representativa del pensamiento de Yuk, donde debate, principalmente, con el filósofo Martin Heidegger y por otro lado; busca actualizar el pensamiento del filósofo Gilbert Simondon en una perspectiva influida, entre muchos otros, por Jean-François Lyotard. Así mismo, Borovinsky recrea a través de varios acontecimientos y pensadores de diferentes épocas cómo fue que Yuk llegó a concebir su propuesta, como una «ecología política de las máquinas» con eje en lo que él denomina tecnodiversidad, una nueva relación entre lo humano/no humano.

En síntesis, al parecer; uno de los más influyentes para él es, Gilbert Simondon, exponente de “la individualización” una propuesta en la que Simondon, considera que el “ser” está en devenir y puede desfasarse consigo mismo para resolver sus tensiones dando lugar a individuos que constituyen un sistema, luego de pasar por una serie de equilibrios metaestables. No obstante, mediante la indivudualización el “ser” tiene la capacidad de invención gracias a la información que adquiere y recupera por medio de la imaginación que, integrada a la percepción y la afectividad le permite crear nuevas normas o artefactos instalándolos al devenir, entendiendo por devenir; la capacidad de cambiar de un estado a otro.

Por su parte, Yuk propone redefinir la relación entre lo humano y lo no humano y recuperar la técnodiversidad en un contexto de crisis planetaria. Así, este filósofo propone continuar el proyecto simondoniano, a sus ojos inconcluso, extendiéndose, hacia la cuestión cosmológica de las culturas. Pensador de la cosmopolítica que propone una filosofía para la época actual (antropoceno) del período cuaternario, en la que es posible otra relación con la tecnología, que implica la reconciliación entre lo universal y lo particular, donde debemos no solo pensar un nuevo cosmopolitismo sino ir más allá y redescubrir el cosmos. Para Yuk, no hay forma de salir del callejón sin salida de la modernidad, encarnado en el monotecnologismo, sin confrontar con la cuestión técnica. Es preciso repensar la cosmopolítica en relación con la cosmotécnica, que es la unificación del orden cósmico y moral a través de las actividades técnicas.

Para estos autores el individuo no se puede concebir en términos estáticos, sino;
a partir de las relaciones que lo entretejen y el devenir.

Yuk, considera que «la hibridación del medioambiente natural y las máquinas constituye un enorme sistema cuya conceptualización conduce al fin de la naturaleza y al comienzo de la ecología». “Vivimos una época cibernética”, Las máquinas modernas no son mecánicas y la ecología no es natural: dos discursos que adhieren al principio de la cibernética. Donde el verdadero desafío de la inteligencia artificial no es desarrollar una súper inteligencia posthumana, sino construir una noodiversidad, y para esto lo necesario es desarrollar una tecnodiversidad, afirma Yuk. La «ecología de las máquinas», implica repensar la ecología. Si el fundamento de la ecología son las diversidades, el filósofo chino propone, inspirado en el concepto de biodiversidad, el concepto de tecnodiversidad. Porque sin tecnodiversidad asistiremos, dice Yuk, a la desaparición de la biodiversidad en manos de la racionalidad moderna homogeneizante. El pensamiento ecológico, sostiene; no es solamente protección de la naturaleza; es más bien un «pensamiento político basado en medioambientes y territorios». Por eso Yuk Hui propone un pensamiento para los tiempos actuales: “una filosofía posteuropea para el Antropoceno”.

Yuk fundamenta su propuesta en la relación entre técnica, cultura y naturaleza. Manifiesta que el mundo asiste a una sincronización del tiempo, de la mano de la tecnología. Para él, uno de los grandes fracasos del siglo xx ha sido la incapacidad de articular lo local y lo tecnológico. Hay un «aceleracionismo fanático» hacia la innovación tecnológica, sin embargo, asegura, todos nuestros problemas heredados serán resueltos por el avance tecnológico, tanto por una subversión del capitalismo gracias a la aceleración y la automatización total, como de la mano de una geoingeniería capaz de «arreglar» la Tierra. Esta es una filosofía que pretende dar a entender los más importantes tópicos geopolíticos actuales a través de la cuestión técnica. Desde ell ascenso del gigante asiático a la Alt-Right y Donald Trump, pasando por Aleksandr Duguin y Putin. Aceleracionismo, tecnología, reacción.

Esta propuesta ha tenido sus pro y contras entre los neorreaccionarios, los caballeros defensores de las comunidades digitales y los soldados de la denominada «Ilustración oscura», entre otros. De acuerdo a Yuk, los neorreaccionarios rechazan en cierto modo la Ilustración, pero solo en parte, porque rechazan la democracia y la igualdad, pero no la tecnología, que en sus inicios se incorporó mediante algoritmos y hoy día llega a todas las esferas a través de “datos”.

Desde su óptica, en Fragmentar el futuro, Yuk también rescata el concepto de «sociedades de control» de Deleuze buscando pensar más allá de la sociedad de vigilancia. En el siglo xxi, las sociedades de control según Yuk Hui, pasan a la autorregulación de sistemas automáticos que varían en escala. Ejemplo de ello son las corporaciones globales como Google, en ciudades como Londres, China o en el planeta Tierra, en su conjunto. El virus es otro caso de irrupción de lo no humano en lo humano que hizo implosionar la división entre lo biológico y lo político, entre naturaleza y cultura, entre cultura y técnica dando señal de debilidad e impotencia de los estados-nación. Ante esta crisis, por ello ; Yuk aplica su proyecto con una filosofía de la técnica posteuropea, donde propone una fragmentación como respuesta a la culminación de la metafísica y esa fragmentación implica romper con la convergencia tecnológica para abrir el camino a que el pensamiento diverja y se diferencie. Construir una respuesta que sea más compleja que simplemente acelerar o detener: Mejor, fragmentar.

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