«Cuando Junior ponga el alma no los vencerá nadie»

“¡Qué maravilla!”, decía Edgar Perea.  Más que una nómina de  once hombres corriendo tras un balón, los equipos de futbol en Colombia se parecen a aquellas personas que los rodean, es por ello que Junior concentra al Caribe y representa a su ciudad.

El juniorismo y “barranquillerismo” es un estado del alma, pero cuando los tiburones pierden es como si soplara el viento de las desgracias. La hinchada que estalla en cólera jura que más nunca volverán al estadio,  al día siguiente amanece un silencio sepulcral y a los cuatro u ocho días las calles vuelven a estar decorada de rojo y blanco acompañada de una cantaleta recordando la tragedia de una derrota.

Decía Álvaro Cepeda Samudio que «Junior es la querida de Barranquilla”. No es regionalismo, es la realidad.

PRENSA NEWS contactó al reconocido narrador y comentarista deportivo Efraín Peñate Rodríguez, quien terminaba las transmisiones diciendo: “Porqué Junior ganó, perdió o empató”

“Está de por medio algo que se llama el fanatismo, el samario puro es fanático del Unión Magdalena, el barranquillero puro es fanático de su Junior, el tema del uso de jugadores de otras plazas, en la forma en cómo se está produciendo en el mundo nos frena para castigar a otros equipos. El fútbol a nivel mundial ya no es una empresa con el fondo del alma, con el cariño y esfuerzo de los nativos, hoy por hoy es una empresa en donde los inversionistas sostienen un espectáculo, ya no como sentimiento si no el gusto que produce un color de una camiseta”, señala Peñate.

En 1977 la genialidad del “Equipo Miura” era los jugadores de la casa como Gustavo Maldonado, Luis Cabezas, Toto Rubio, Ariel Valenciano, Gabriel Berdugo, Rafael Reyes, Dulio Miranda, Bonifacio Martínez, Fernando Fiorillo y Francisco Cañarete. Pero hoy en día la cuota barranquillera  sufre escases en su propio fortín, pues actualmente solo cinco hijos del terruño tienen participación en el equipo consentido y solo Teófilo Gutiérrez tiene participación regular mientras los demás son emergentes.

Finalmente la cantera es la base de una institución, cuando se vinculan a los de la casa se genera un vínculo  mucho mayor que aquel jugador que viene de otro club, mejorando su rendimiento y competitividad en todos los niveles.

A Junior no se le permite perder y es tan grande ese sentimiento que hasta un plato de comida  se llama “arroz al Junior”, quizá el ingrediente “Quillero” sea la salsa que  le hace falta al tiburón para que coloque en marcha aquel viejo espíritu indomable del “Maranguango de Verón”.

Por: Mary Sánchez

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