Análisis: Reclamos y respuestas

El país no solamente se debate hoy entre la vida y la muerte en razón a la pandemia, ya que también una muy peligrosa bomba de tiempo está en las calles. El inconformismo social que se despierta cada vez más alterado y consciente ante la incredulidad y desconfianza en un gobierno que a las claras actúa de espaldas a sus gobernados, pero que además parece despistado o sin rumbo.

Y es – precisamente – la gente que lo eligió democráticamente la que está exigiendo respuestas ante tanta improvisación y desgobierno. Las expresiones populares no vandálicas dan cuenta de lo burlado que se siente el ciudadano de a pie.

Históricamente nuestra realidad político-administrativa y social no ha sido tan distinta, así pasen y pasen los años. No obstante, se renueva la percepción ciudadana y sus formas de manifestarse en virtud a los mecanismos o maneras que hoy tiene la gente de enterarse, conocer y formar su propia opinión sobre esa realidad. Nuestros problemas sociales se agudizan y del mismo modo aumentan las razones que proporcionalmente disminuyen la capacidad de aguantarlos o soportarlos entre quienes los padecemos.

Un reciente informe del DANE sobre pobreza monetaria y pobreza extrema en el país, da cuenta de lo que está ocurriendo. Por ejemplo en la ciudad de Barranquilla el registro de habitantes en pobreza extrema pasó en el último año de pandemia (2019-2020), de 68.924 a 246.345 pobres. Es decir, 177.421 personas entraron a engrosar la pobreza extrema, sólo en la capital del Atlántico, considerada también como la “Capital del Caribe Colombiano”.

Y es justamente esa pobreza la que nunca será superada a base de Ingresos Solidarios.

La represión como respuesta del Estado, tampoco es lo que ese mismo ciudadano de a pie espera ante sus reclamos. Hoy es noticia la  desaparición  de 87 personas, el fallecimiento de otras 19 y más de 800 heridos durante los seis días de protesta pública en el país, de acuerdo con la Defensoría del Pueblo. Mientras tanto la ONU ha denunciado un uso excesivo de la fuerza de la Policía Nacional durante las protestas.

Así las cosas, es hora que se entienda de una vez por todas que vacunar muy lentamente a la población o incendiar el país incitándolo a la violencia, no es ni será la fórmula para recomponer ahora el rumbo de esta nación.  La misma que espera, finalmente, el accionar de gobiernos sensatos y comprometidos de verdad con los intereses colectivos de la gran mayoría, esa misma que han llevado al límite considerando que todo podía soportarlo y sin reaccionar.

Por: Freddy Gutiérrez B.

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