Análisis: pandemia politizada

Las polarizadas corrientes políticas en el país esgrimen sus argumentos y se enfrentan utilizando la pandemia como Florero de Llorente.  Que los sectores sociales marchen o no el próximo miércoles contra la Reforma Social Solidaria y Sostenible o Reforma Tributaria que el gobierno radicó en el Congreso de la República, justo ahora en medio de la tercera ola de contagios por la Covid-19 que ya ha cobrado la vida de 71.799 personas en todo el territorio nacional según reporte oficial a la fecha, parece precisamente para unos un despropósito contra la vida, y para otros la tormenta perfecta que lograría el desmonte de tal iniciativa que una vertiente política defienden como necesaria para seguir financiando los programas de asistencialismo social durante el tiempo que siga la pandemia, pero la otra califica como el mecanismo propuesto para justificar el elevado costo de la corrupción pandémica y la manera de financiar la campaña presidencial del año 2022.

La protesta pública social es hoy una gran amenaza frente al protocolo que prohíbe la aglomeración de personas ante el riesgo masivo de contagio en medio de una cepa del Coronavirus descrita por los entendidos en la materia como la de mayor facilidad de trasmisión y letalidad. Y del mismo modo parece nada propicio el actual escenario socio-económico, producto de la misma pandemia, para tramitar una Reforma Tributaria que a todas luces representará más impuestos para – justamente – esa población colombiana muy afectada debido al desempleo y la parálisis económica originada por el confinamiento social obligatorio. Cara o sello de una moneda que según el gobierno ahora necesita para recuperar las finanzas públicas pero que hoy el pueblo no tiene en sus bolsillos para cumplirle con más tributos.

“La reforma deberá ser modificada”, argumentan los menos radicales; “Deberán pagar tributos sólo los más pudientes del país”, de dientes para afuera dicen otros; “Que el gobierno reduzca el elevando gasto público de la burocracia estatal”, propone ese sector que apela a la sensatez buscando un punto de mayor equilibrio. Y también están quienes mezclando un poco de todo lo anterior encuentran inconveniente e injusto de todas maneras que el gobierno pase ahora el sombrero después de haber derrochado en contratación durante el último año.

Y si la moneda cae de canto, podremos ver y entender que esas “ayudas” entregadas a la población más vulnerable como paliativo a sus necesidades en medio del confinamiento, o el sostenimiento de los programas que entregan recursos para subsistir pero que no resuelven de fondo la cada vez más marcada inequidad y pobreza en el país, sencillamente son financiados por la misma clase trabajadora que aunque lucha cada día por mejorar su calidad de vida teniendo un mejor empleo o una casa propia y pagar los estudios a sus hijos, nunca alcanzará trabajando honestamente ese nivel de vida  de quienes – por ejemplo – la gobiernan o legislan no siendo tan honestos y proponiendo reformas como esta.

El pueblo sí debe manifestarse y de alguna manera ante lo que considere lesiona sus derechos e intereses, pero hoy es tiempo de pensar también en la salud y la vida. Eso sí, sin olvidar que una verdadera reforma social será posible si todos entendemos que haciendo causa común y siendo realmente solidarios, es posible que algo empiece a cambiar en nuestro país.

Por: Freddy Gutiérrez B.

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