Análisis: Momento de la verdad

El gran dilema entre salud y economía que hoy por hoy tiene a nuestra sociedad frente a la mayor incertidumbre tras un año de pandemia, nuevas cepas del Coronavirus y la tercera ola de contagios por Covid-19, se encuentra en su punto más alto en Colombia frente a pruebas de fuego como la temporada de Semana Santa – que apenas termina – y lo que se espera en el transcurso de los próximos quince días para marcar un punto concluyente entre lo que hicimos bien o cómo fue nuestro comportamiento de cara a las medidas de mayor emergencia adoptadas para contener los elevados índices de contagios y muertes.

Las experiencias de las temporadas de fin y comienzo de año, así como de festivales y carnavales en todas las regiones del país, aunque encontraron en la virtualidad la manera de controlar el impacto de las aglomeraciones públicas evitando los eventos masivos, mostraron del mismo modo  las que podrían considerarse como nuevas formas o manifestaciones de la indisciplina social cuando se trata de hacerle el quite a las restricciones. Tal es el caso de las llamadas covid-parrandas o lo que bien podría considerarse como el covid-turismo en tiempos de necesario descanso pero también de confinamiento ante el colapso del sistema hospitalario en las principales ciudades del país, debido a la altísima ocupación por casos Covid+ en las Unidades de Cuidados Intensivos UCI.

Según los parámetros de control y seguimiento al virus, en quince días empezaremos entonces a conocer qué resultó, qué salió bien o mal. Pero no es menos cierto que la gente ya está reclamando las verdades sobre el manejo real de la pandemia, tanto en lo relacionado con la manera como viene siendo atendida desde la parte médica, así como en lo pertinente a las movidas económicas. Y ambas, soportan la sombra de la corrupción, los intereses no muy claros y la conveniencia para los más poderosos como es el caso de las farmacéuticas y el gran negocio de las vacunas contra la Covid-19.

Todo lo anterior, mientras siguen haciéndose escuchar voces reconocidas de la ciencia médica que insisten en asegurar que la verdadera manera de controlar esta pandemia es con tratamientos médicos preventivos y de acción inmediata ante los primeros síntomas de contagio como los de una gripe, y de manera simultánea acelerar los programas de vacunación para alcanzar más temprano la llamada inmunidad de rebaño.

¿Darán resultado  medidas restrictivas como el toque de queda, la ley seca o el pico y cédula, ampliadas en su vigencia hasta el próximo 12 de abril como es el caso de Barranquilla que terminó reconociendo el transporte público e individual, también como foco de contagio?

¿Tenían o no razón las asociaciones médicas al recomendar un confinamiento obligatorio por dos semanas ante la crisis asistencial del sistema hospitalario local?

¿También era necesario frenar el ingreso de turistas durante la temporada de Semana Santa, y no sólo cerrar los balnearios y playas?

¿La economía debe contraerse y abrirse según el comportamiento del virus?

Son inquietudes que saltan al ritmo de la esperanza pero también de la desesperanza ante los efectos de una crisis socio-económica que pasa por lo emocional o psicológico en razón a su alto costo en vidas, al igual que golpea el modo de subsistencia de mucha gente que, incluso, ve desgastada su capacidad de resiliencia en momentos en los que la respuesta más incierta es a la pregunta de ¿hasta cuándo? .

Por: Freddy Gutiérrez B.

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