Análisis: ¿Igual o lo mismo?

Algo cambiará o deberá cambiar en Colombia después de todo lo acontecido. Debe entenderse, definitivamente, que en un país con tanta polarización, desigualdad e inconformismo no es posible convivir en paz. Hay que acabar o al menos empezar a combatir todo aquello que nos ha llevado a este punto de no retorno porque, definitivamente, a toda injusticia le llega su hora final.

Tarde o temprano esa estruendosa bomba de tiempo estallaría en las manos de quienes por décadas se hicieron los sordos y ciegos ante una realidad creciente y más que evidente hoy en los registros oficiales de pobreza extrema en el país. Así lo ratifica el DANE al advertir que más gente no tiene ni con que comer.

No es tiempo de diagnósticar más, se acabó la espera, agotó la paciencia y el límite salta a la vista con el pueblo indignado y molesto en las calles. Sólo que, esta vez, no parece estar dispuesto a que le sigan mintiendo, robando, engañando y dando contentillos, fútbol u otros distractores temporales para aplacar los ánimos y seguir luego con más de lo mismo.

Debo reiterar que, de ninguna manera, los actos vandálicos infiltrados en la protesta pacífica y justificada son razonables. Y del mismo modo se puede entender que paralizar la economía o bloquear la productividad también nos afecta a todos. Sin embargo, no es menos cierto que cuando se hace necesario que los gobiernos sordos presten atención, al pueblo de a pie no le queda opción distinta que la de hacerse escuchar.

Entonces, escuchar es lo que debe hacer ya el gobierno de Colombia. Las nuevas generaciones están alzando sus voces. Ese país más joven que ha visto como se han burlado de sus mayores durante décadas y está dispuesto a que con ellos no ocurra lo mismo.

¿Tenía que suceder esto para que se comprometiera la gratuidad universitaria para los más pobres?

¿Pretender tramitar reformas tributarias y a la salud, dándole la espalda a la gente que no tiene ingresos para pagar más impuestos o que se muere en un hospital por falta de atención oportuna y de calidad, era lo razonable?

¿O esperaban que la gente también guardara silencio mientras se despilfarran recursos públicos en corrupción utilizando una pandemia?

No, y es hora que se entienda – ojalá más temprano que tarde – que el estado de las cosas debería empezar a cambiar. Interpreten a esas mayorías que están diciendo: «No queremos que todo siga igual o lo mismo».

Es tiempo de escucharnos para recomponer el rumbo equivocado y hacer de este un país vivible para todos. Sí es posible con una justa voluntad política que, de verdad, sepa interpretar ese clamor que sigue en las calles.

Se espera que en la presente semana se logren los acuerdos y hagan visibles las realidades que permitan ver la luz al final del túnel para avanzar por camino cierto.

Por: Freddy Gutiérrez B

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